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Su entrañable relación con la naturaleza

Su vasta experiencia convierte a las mujeres en fuente de invaluables conocimientos y pericia en la gestión del medio ambiente.

Larga ha sido la historia del Día Internacional de la Mujer, instituido como tal por la Organización de las Naciones Unidas el 8 de marzo de 1975 pero celebrado desde un siglo atrás por millones de mujeres lo mismo para reclamar pan y paz, que en demanda de sufragio femenino universal, derecho al trabajo, formación profesional y no discriminación laboral, entre otros apremios de más de la mitad de la población del mundo.

Con el paso del tiempo se fueron esclareciendo las agitadas aguas del remolino social que en diferentes épocas históricas llevaron a las calles ríos de féminas. Ahora, con enfoques más precisos, en la discusión pública y privada resalta un tema: la Pacha Mama o Madre Tierra, y en ese expediente de nuestro planeta destaca la relación entrañable mujer-naturaleza que deviene con mucho de una cosmovisión generalizada en distintas sociedades del mundo.

Las añejas demandas femeninas han asumido total formalidad y se han vertido en acuerdos globales a través de la ONU. Un ejemplo es la Agenda 2030 adoptada por decisión unánime de los 193 países miembros, México incluido. El documento establece 17 Objetivos para el Desarrollo Sustentable, con 169 metas específicas que guiarán el futuro de las políticas públicas y estrategias de desarrollo del mundo en los próximos años.

Esa agenda postula en su Objetivo 15: “Proteger, restaurar y promover la utilización sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar de manera sostenible los bosques, combatir la desertificación y detener y revertir la degradación de la tierra, así como frenar la pérdida de diversidad biológica”.

Es claro que hombres y mujeres se relacionan de manera distinta con el medio ambiente. Ellas conocen la fauna y la flora de los bosques que son su fuente de ingresos; atienden las tierras áridas, los humedales y la agricultura; la recolección de agua, combustible y forraje; vigilan las tierras y el agua. Además, dedican tiempo, energía, aptitudes y visión personal al desarrollo de las familias y las comunidades, y su vasta experiencia las convierte en fuente de invaluables conocimientos y pericia en la gestión del medio ambiente y la aplicación de medidas ecológicas apropiadas.

Sin embargo, las mujeres carecen de oportunidades para acceder a la toma de decisiones sobre los recursos naturales –la tierra, el agua–, y tampoco cuentan con la información y la tecnología, lo cual dificulta el cumplimiento de la responsabilidad social que asumen de sostener a sus familias y comunidades y de avanzar en los retos del desarrollo sustentable.

Por todo ello, ante el destacado papel de las mujeres en la gestión ambiental, la SEMARNAT ha incorporado la perspectiva de género en las políticas ambientales y de sustentabilidad, incluido el marco normativo ambiental, e impulsa programas tendientes a reducir las brechas de género en el acceso, uso y aprovechamiento de los recursos naturales».

Por su parte, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) han transversalizado la perspectiva de género en sus reglas de operación y lineamientos de varios de sus programas para garantizar el avance de las mujeres y la igualdad de género en todos los ámbitos y retos de la agenda ambiental.

Además, impulsan medidas que incluyen la participación femenina en programas y proyectos del sector ambiental; fomentan acciones para dar cumplimiento a instrumentos internacionales como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer y los objetivos estratégicos de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer (Bejing, 1995).

Desde 2008 el sector ambiental cuenta con recursos etiquetados en el Presupuesto de Egresos de la Federación para promover la igualdad de género y el desarrollo de las mujeres. Entre 2013 y 2016 benefició a 360,664 mujeres en el país mediante los programas de Empleo Temporal, Hacia la Igualdad y la Sustentabilidad Ambiental, Conservación para el Desarrollo Sostenible y Pago por Servicios Ambientales, incorporado en 2014.

Contribuye así al proceso de empoderamiento de las mujeres que habitan en municipios de alta y muy alta marginación, y a su vez la participación femenina ayuda no solo a contener el deterioro del capital natural sino también a fortalecer sus capacidades técnicas, de organización, gestión y de toma de decisiones.

Las mujeres también contribuyen a detener una de las problemáticas más graves que enfrenta la humanidad, el cambio climático. Es emblemático el programa de sustitución de fogones tradicionales por estufas ahorradoras de leña que impulsan la SEMARNAT y la SEDESOL, el cual combina beneficios ambientales y de salud al mejorar el aire que respiran y reducir sus cargas de trabajo, mientras por el lado ambiental mitigan la deforestación y la desertificación, ahorran 35% de combustible respecto de la tecnología tradicional, evitan la emisión de gases de efecto invernadero y, en consecuencia, se reduce el impacto sobre los bosques, hábitats y biodiversidad.

Además, la SEMARNAT impulsa entre su personal cambios culturales y organizacionales para la construcción de una convivencia más igualitaria y una sociedad más armónica y justa.

Cuenta con la certificación de la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2012 para la Igualdad Laboral entre Mujeres y Hombres y cada año imparte los cursos “El derecho humano a la igualdad” y “El ABC de la igualdad y la no discriminación”, además de difundir el Código de Conducta, con el fin de mantener un trabajo permanente para que su personal se conduzca con principios y valores, y su comportamiento se rija con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres sin discriminación.

En las últimas dos décadas, México ha impulsado estos temas y se ha posicionado en los principales acuerdos ambientales multilaterales, como las Convenciones de Río, que han establecido mandatos y acuerdos para integrar la igualdad de género y los derechos de las mujeres.

Uno de los objetivos principales del Convenio sobre la Diversidad Biológica, signado por México, es la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos, y contiene un mandato sólido en relación con la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, como lo demuestran las casi 60 decisiones que las Partes han acordado. De ahí que la Estrategia Nacional sobre Biodiversidad de México y su Plan de Acción (ENBioMex) 2016-2030 integre esos mandatos, y que a nivel mundial sea el primero de este tipo de documento que ha integrado la perspectiva de género.

En el marco de la COP13 (Cancún, diciembre de 2016), el gobierno mexicano promovió como lema la integración de la biodiversidad para el bienestar, y junto con la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad, el Instituto Nacional de las Mujeres y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, realizó el foro: “Estrategias Nacionales de Biodiversidad y Perspectiva de Género”, con el objetivo de compartir la experiencia mexicana de incorporar la perspectiva de género en la ENBioMex.

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