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¿Qué son los servicios ambientales?

Los medibles y tangibles aportan provisión, regulación y soporte; los culturales dan identidad, sentido de pertenencia y de trascendencia
Durante siglos, la humanidad no supo aquilatar la vasta gama de servicios ambientales gratuitos que brinda la naturaleza. Por fortuna, esa perspectiva se ha modificado al ser testigos presenciales del quebranto de los ecosistemas y su consecuente repercusión en la salud, en la merma en la calidad del agua y de los alimentos; la pérdida de belleza paisajística, el agotamiento de los recursos naturales y los embates de los fenómenos hidrometeorológicos, entre otros.

Hoy, no solo la comunidad científica, sino cada vez más el hombre común aprecia la generosidad de esos servicios ecosistémicos a los que debemos la mejora en la calidad gaseosa de la atmósfera, que a su vez participa en la regulación del clima; el mejoramiento de la calidad del agua, el control de los ciclos hidrológicos y la reducción de las inundaciones y sequías.

Paulatinamente, el ser humano habrá de tomar conciencia de que mediante los arrecifes de coral y las dunas se protegen las zonas costeras, que la naturaleza colabora en la generación y conservación de los suelos, el control de parásitos de cultivos y de vectores de enfermedades y en la polinización de muchos cultivos, entre muchos otros beneficios.

La calidad y cantidad de los servicios ecosistémicos de México se relacionan con su privilegiada posición geográfica entre los dos grandes océanos y sus formidables cadenas montañosas, lo cual favorece la variedad de sus climas y permite que el 70.2% de la extensión total del territorio presente casi todos los tipos de vegetación natural terrestre.

La vegetación natural terrestre se constituye en 33% por ecosistemas forestales arbolados (bosques y selvas), 29% de matorrales xerófilos y un 8.2% de otras áreas forestales (pastizales naturales, pastizales halófilos, pastizales gypsófilos, popales y tulares, principalmente), espacios que son hábitat de una fauna extraordinaria constituida por gran diversidad de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios, además de insectos, lo que en conjunto aporta belleza paisajística, sentimiento de apego y experiencia espiritual.

Otra parte del capital natural de México constituida por costas, mares y territorio insular, es también escenario de magnífica belleza, con su variedad de flora y fauna única en el mundo, así como recursos minerales.

Es claro que la veta de servicios ambientales medibles y tangibles –de provisión, de regulación y de soporte, se complementa con la veta cultural, la sutil, que relaciona profundamente al ser humano con la naturaleza.

Aunque imperceptibles para muchos, las personas obtienen de estos últimos inspiración estética, identidad cultural, sentimiento de apego al terruño y experiencia espiritual.

En la veta cultural se encuentran sitios, organismos o entidades de importancia espiritual clave: árboles sagrados, animales o paisajes a los que muchas culturas en todo el mundo les conceden el más alto rango, no solo en su vida personal y comunitaria, sino también en su cosmogonía y en su sentido de pertenencia y de trascendencia.

No es extraño entonces que los pueblos originarios procuren mantener viva la fuente cultural de los servicios ecosistémicos, a diferencia de las culturas modernas que se enfrentan a la pérdida de la relación hombre-naturaleza que ha generado el síndrome del déficit de naturaleza, un tema para la reflexión global.

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