Por Víctor Octavio García
* Ambiente crispado
* Posiciones radicales
El próximo gobernador tiene ante sí enormes retos; cinco municipios en bancarrota y un estado en franco crecimiento poblacional pero en abierto estancamiento económico. Los “cerebros” de la Secretaría de Promoción Económica del Gobierno del Estado, –que por cierto se dicen listos para brincar en el próximo gobierno de una liana a otra– llevan más de quince años quemándose las neuronas sin poder hacer coincidir crecimiento poblacional con desarrollo económico. Mala planeación, nula visión y cero compromisos parecen ser el resultado del desastre económico.
En el escenario político la situación es peor. La política sigue ausente en el estado desde que se inauguró la alternancia con los gobiernos perredistas. Las profundas heridas que dejo el proceso electoral del 99’, con una sociedad dividida, crispada y partidizada sigue estando presente lo mismo en los partidos políticos, escuelas, ejidos, campos pesqueros, ranchos, medios de comunicación, colegios de profesionistas, ligas y clubes deportivos, en suma en todos los ámbitos de la vida social, económica, política y cultural del estado.
Un estado crispado, enardecido y violentado en sus entrañas difícilmente contribuirá al estado que todos queremos. BCS demanda política, política y más política para restañar viejas heridas; un acuerdo político sin exclusiones sociales donde todos quepamos, un nuevo trato económico que nos permita ver e ir más allá de los próximos tres y seis años. Para logarlo sólo se necesita una cosa; voluntad política.
Lo cierto que BCS ya no cabe en el actual esquema donde el debate, por insignificante que parezca, se polariza, crispa y adquiere graves tonos de intolerancia e intransigencia. La “partidización” de la agenda común solo ha traído posturas radicales, irreductibles e irreconciliables que se tornan en insalvables obstáculos para emprender cualquier iniciativa. Lo vemos en el quehacer cotidiano donde la ausencia de diálogo, acuerdo y de debate han contaminado nuestra agenda y crispado a la sociedad. En el 2000, la Exportadora de Sal de Guerrero Negro tuvo que cancelar un ambicioso proyecto de ampliación todo porque se atravesó Homero Aridjí y el grupo de “Los Cien” con sus famosas ballenas y sus tribulaciones de que llegan aparearse a la laguna Ojo de liebre”. Hoy, 16 años después, los escenarios siguen siendo exactamente los mismos, nada ha cambiado excepto la población que ahora somos muchos más.
Ya es hora de darle un “golpe de timón” al desarrollo del estado; de pensar en grande, de comenzar a crear expectativas para la presente y futuras generaciones. Un plan de desarrollo visionario que vaya más allá de la construcción ordinaria de hoteles y renta de cuartos, un plan de desarrollo que verdaderamente atienda, potencialice y aliente las vocaciones naturales e históricas de desarrollo que siempre ha tenido el estado, con una amplia diversificación de la actividad económica; Ya es hora de dejar el mal hábito de querer poner todos los huevos en una sola canasta y estar a un solo tiro esperanzados en el turismo y en la burocracia. Si a esto se le suma un acuerdo político sin egoísmos y sin tintes partidistas, incluyente, propositivo, constructivo, abierto al diálogo, al acuerdo y al debate, es como podremos dejar la anquilosada inercia que nos tiene arrinconados y sin expectativas ciertas.
En lo personal soy un convencido de que sí se puede, que es posible dar un paso hacía adelante. Espero que el próximo gobierno sin dejar de atender los “pavimentos” que ha sido la única prioridad que han atendido los últimos gobiernos, se aplique en el diseño de un plan de desarrollo económico y de un acuerdo político que brinde certeza a los sudcalifornianos, más allá de los tres y seis años en que se renueva el Tlatoani. Hasta entonces. ¡Qué tal!.
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