Su manejo sostenible fortalecería el papel de la palma como cultivo importante para generar ingresos y proteger las áreas forestales naturales.
Erguida entre flores nativas o exóticas, lo mismo en rituales religiosos que en protocolos diplomáticos y celebraciones populares de muchas naciones, la hermosa palma Chamaedorea mexicana atestigua desde un primer plano momentos clave de la humanidad.
El 18% de las palmas del mundo viven en México y las del género Chamaedorea son las palmas más abundantes de las selvas tropicales del continente americano, donde crecen 130 de estas especies, de las cuales 50 son nativas de nuestro país que muy probablemente sea uno de los centros de diversificación del género, refiere la Conabio.
Pero la Chamaedorea pertenece a uno de los 21 géneros de las especies mexicanas de la familia Palmae aracaceae integradas a nuestro paisaje, ornamentos y arquitectura, y que se distribuyen desde Baja California hasta Chiapas y desde Tamaulipas hasta Yucatán, señala Hermilo Quero Rico, doctorado por la UNAM en Taxonomía Florística de Palmas.
La sobreexplotación clandestina de palmas como la Chamaedorea ha colocado en estatus de peligro a por lo menos 64 especies, al ser saqueadas del medio silvestre en varias entidades. Más grave aún es la extracción de semilla para reproducirla a gran escala en otros países, lo que impide la regeneración de individuos, refiere la bióloga Eva María Saldívar Reza.
Una enorme demanda de las hojas desde finales del siglo XIX en Estados Unidos y Europa generó negocios boyantes en esos países. Solo en 1998, Estados Unidos consumió 2,200 millones de tallos verdes, 14% de los cuales fueron de Chamaedorea mexicana.
Los campesinos, en su mayoría indígenas, colectan semillas y hojas para obtener un ingreso a veces importante comparado con su economía de subsistencia en Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Campeche y Chiapas. Por una gruesa (144 hojas) el recolector mexicano recibe en los centros de acopio de 1 a 1.20 dólares, precio que el consumidor de Estados Unidos paga por una docena.
La magra economía campesina lleva a cortar grandes cantidades de hojas, lo que junto con la reducción de las selvas tropicales húmedas ha impactado a las palmas y colocado a por lo menos 38 de ellas bajo protección de la NOM-059-ECOL-94, aunque paradójicamente las que se venden como follaje no están incluidas.
Fulvio Eccardi, autor del artículo “La Palma Camedora”, indica que los productores han comenzado a cultivar algunas de las especies de mayor demanda, como C. elegans, tanto a la sombra de la selva húmeda, como de plantaciones de café y de otros cultivos.
Plantea certificar el producto cosechado de manera sostenible en la selva con el fin de mantener y fortalecer el papel de la palma como cultivo importante para la generación de ingresos y para sostener su función en la protección de las áreas forestales naturales.