Recurso no renovable que aporta servicios ambientales en todos los ecosistemas
La enorme diversidad de suelos mexicanos, 87% de los tipos de suelo del planeta, es resultado de la interacción de diversos factores: una compleja topografía de origen volcánico, altitudes que van de los cero a más de 5,600 metros snm, cuatro de los cinco grandes tipos de climas del mundo y una enorme variedad paisajística y de rocas.
El suelo es un recurso natural no renovable presente en todos los ecosistemas, y cumple funciones de las cuales dependen los servicios ambientales que sostienen la biodiversidad, incluida la vida humana.
Varios factores contribuyen a su degradación: inapropiados sistemas de producción, deforestación y sobrepastoreo; densidad poblacional, sistemas de tenencia de la tierra, políticas ambientales y públicas y mercado; geomorfología, vegetación, geología, hidrología y clima con alteraciones del fenómeno global.
Este sustrato contiene compuestos orgánicos, nutrientes solubles, materia orgánica y organismos muertos, agua y gases, y por su uso puede puede ser: agrícola, forestal, industrial o habitacional:
– Agrícola. Es necesario saber si es apropiado y cómo enriquecerlo con fertilizantes o agua, si es arenoso o arcilloso o si tiende a inundarse.
– Belleza paisajística. Los suelos forestales abrigan biodiversidad.
– La elaboración de tabiques o partículas para chips cibernéticos requiere suelo arenoso.
– Construcción. Los suelos de grava aportan el material idóneo.