La diversidad biológica y la multiculturalidad de los pueblos originarios propició el conocimiento y uso de los recursos naturales
La amplia y rica variación geológica, orográfica y ambiental, ubica a México entre los países con mayor diversidad biológica en el mundo. Además, en su territorio se asentaron y desenvolvieron numerosos grupos originarios, gran parte de los cuales constituyen hoy la principal riqueza cultural del país.
El desarrollo de ese patrimonio cultural en un paisaje megadiverso dio lugar también al aprovechamiento heterogéneo de los recursos locales que condujo a la generación de por lo menos 100 especies cultivadas, refiere la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).
En el país y en el mundo, muchas de esas plantas domesticadas a través de siglos por los pueblos originarios de México, tienen presencia actual como el maíz, cacao, papaya, nopal, tabaco, vainilla, algodón, magueyes, frijol, papa, tomate y jitomate, aguacate, jícama, calabaza, magueyes, achiote, chile, algodón, chicozapote, candelilla, cempasúchil, nochebuena, dalia, añil y henequén.
La gran variedad de tipos de frijol, chile, calabaza, jitomate o papa, son resultado de la selección y cruza que los agricultores de nuestro país han realizado durante muchísimos ciclos de siembra a fin de mejorar su sabor, color, resistencia a condiciones extremas o plagas, e incluso, sus propiedades nutricionales.
Esta domesticación de especies llevó a México, al igual que otras regiones del mundo, a convertirse en centro de origen de especies domesticadas de plantas o animales, al ocurrir en su territorio el proceso por el cual ciertos grupos de plantas o animales se vuelven totalmente dependientes del ser humano para su reproducción, como es el caso del maíz.
Según la cosmogonía prehispánica, los seres humanos fueron hechos de maíz blanco y amarillo, como lo refiere el Popol Vuh, y el maíz se originó en el grano silvestre al que llamaron teocintle (Zea mays parviglumis), de altas propiedades nutritivas, aunque apenas presentaba entre cinco y 11 granos, que nuestros ancestros insistieron en mejorar.
Evidencias encontradas en sitios del Altiplano Mexicano demuestran que ahí se comenzó a domesticar el teocintle hasta convertirlo en las variedades del maíz que hoy conocemos y que se consumen en todo el mundo. Los mexicanos fueron seleccionando los mejores granos de las mejores mazorcas y su uso fue extendiéndose a Centro y Sudamérica –Guatemala, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia–, y luego a todo el mundo, tras la Colonización.
La CONABIO cifra en 300 las variedades de maíz que existen en el mundo, de las cuales en México crecen casi 60, y menciona evidencias botánicas, arqueológicas, de uso y conocimiento, que confirman que en territorio mexicano se originó este valioso cereal cuyos parientes silvestres, los teocintles tienen su centro de origen y diversidad en México, al igual que las especies del género Tripsacum, otro grupo de plantas emparentadas con el maíz.