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Familias de mexicanos en Malasia esperan un milagro

Los recursos legales se agotaron para salvar de la horca a los hermanos Luis Alfonso, Simón y José Regino González Villarreal, sentenciados en Malasia por narcotráfico; pero su familia espera un milagro.

De acuerdo con su hermano Efrén, los sentenciados siempre trabajaron y fueron «buenos hermanos e hijos, lo que les van a hacer será un crimen, si lo hacen», asegura.

Los mexicanos detenidos declararon ante la Corte Federal de Malasia que el primer viaje a la nación lo llevaron a cabo Simón y José Regino durante septiembre de 2007, por la promesa de un sujeto chino-malayo llamado Richard a quien conocieron durante octubre de 2006 en Sinaloa, quien les aseguró que podían ganar un salario de 17 mil pesos al mes por operar maquinaria en puertos malayos, oferta que aceptaron debido a los pocos ingresos que les dejaba la producción de ladrillos.

Como no obtuvieron el trabajo, José cruzó el Golfo de Tailandia con el objetivo de buscar suerte en otro país y llegar a Vietman, donde un contacto de Richard le ofreció desempeñarse como estibador en el puerto de Ho Chi Minh, ganando 30 dólares al día por descargar contenedores, pero regreso tras una redada contra trabajadores irregulares que le obligó a regresar a Malasia y de ahí a Sinaloa en 2007.

A principios de 2008, Richard los localizó de nuevo y les ofreció empleo en Johor, Malasia, en esta ocasión Simón y José viajaron en compañía de Luis Alfonso, para trabajar en un puerto cercano a la frontera con Singapur.

El 4 de marzo de dicho año resultaron detenido durante una operación de la policía en un presunto laboratorio de metanfetaminas donde se decomisaron 29 kilos de droga con valor de 15 millones de dólares, pese a que la tercera parte de esto desapareció bajo custodia policial.

De acuerdo con Efrén, sus hermanos fueron contratados para limpiar el lugar pero desconocían otros datos.

El sultán Ibrahim Ismail Ibni Almarhun Iskandar Al-Haj, gobernante de Johor, goza de poder ilimitado en algunas áreas cruciales como es conmutar una sentencia de muerte a una condena de por vida, luego de que se agotaran los recursos legales, por lo cual, los sentenciados podrían apelar a la clemencia del sultán heredero de la dinastía Temenggong.

Existe un antecedente, pues tras su ascensión al trono el 23 de marzo, el nuevo monarca perdonó la vida de cuatro condenados a muerte como parte de la tradición de mostrar “magnanimidad real”.

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