Un cliente de un “table dance” llamó a la policía después de que pagara 300 dólares por un baile privado y “servicios extras”, mismos que la bailarina exótica se negó a proporcionar, en un establecimiento localizado en el estado norteamericano de Florida.
Pese a que la mujer se negó a proporcionar servicios sexuales, tampoco aceptó devolver el dinero del cliente, quién exigió “un reembolso”.
Luego de hablar con la manejadora de la bailarina, Marisa Hernández, el afectado se “tornó agresivo” y terminó por hablar a la policía.
Al arribar los agentes, estos se negaron a arrestar a la stripper, por lo cual el hombre, un abogado retirado, se enfureció y comenzó a usar lenguaje vulgar.
Aunque nadie presentó cargos contra el cliente defraudado, se le advirtió al hombre que si regresaba al establecimiento, sería arrestado.