La abeja contribuye a salvaguardar la biodiversidad de los ecosistemas forestales
En México se conocen 46 especies de abejas sin aguijón, 12 de ellas son endémicas, algunas se crían para obtener miel, cera o jalea real, actividad conocida como apicultura.
Estos productos además de usarse para la alimentación, son reconocidos por su uso medicinal en todo el mundo.
La apicultura ha sido practicada por culturas tan antiguas como la maya.
Un ejemplo de la conservación y apicultura son los ejidos Mocontun y Pccheil del municipio de Tekax, Yucatán, quienes cosechan miel de las colmenas inmersas en sus bosques tropicales.
Saben que para continuar con esta actividad económica es indispensable conservar la selva maya.
Por eso, la comunidad está comprometida para proteger mil hectáreas mediante el Pago por Servicios Ambientales (PSA) que tiene la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), con la Junta Intermunicipal del PUUC (JBIOPUUC) y el financiamiento de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (SEDUMA) del Gobierno del Estado de Yucatán.
Este instrumento tiene como fin conservar ecosistemas forestales, pero también impulsa actividades productivas amigables con el ambiente, tales como la apicultura con los géneros ápis y melipona.
Las actividades económicas sostenibles contribuyen a salvaguardar la biodiversidad, mantienen el equilibrio en la naturaleza y ayudan a mejorar la calidad de vida de las personas que viven en las comunidades.
En Mocontun y Pccheil alrededor del 75% de la población se dedica a dicha actividad. La cría de abejas en los predios con PSA fortalece las actividades de conservación en todos los sentidos.
Las abejas y otros polinizadores como los murciélagos, aves y mariposas contribuyen a salvaguardar la biodiversidad de los ecosistemas forestales y mantienen el equilibrio.
Además, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) calcula que más del 75% de los cultivos de alimentos en el mundo se debe al trabajo de los polinizadores.