Científicos británicos encontraron evidencia de que las semillas biológicas de la enfermedad del Alzheimer podrían haberse propagado a través de procedimientos médicos, aunque especialistas dijeron que el riesgo de transmisión era mayormente teórico.
La investigación, publicada el miércoles, encontró evidencia de que una de las proteínas distintivas del Alzheimer -que podría desarrollarse hasta provocar la enfermedad cerebral- se habría propagado a un grupo de pacientes a través de un tratamiento hormonal que ahora está prohibido.
«Eso fue muy sorprendente», dijo John Collinge, académico de la Universidad de Londres y director de la unidad Prion, que dirigió el estudio, publicado en la revista Nature.
La investigación descubrió la proteína del Alzheimer en el cerebro de siete de ocho pacientes que habían muerto de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ), otra dolencia cerebral, que es causada por una proteína llamada prión.
Los pacientes habían contraído la ECJ en tratamientos con hormona para el crecimiento contaminada y las autopsias mostraron que sus cerebros tenían además niveles significativos de la proteína Beta-amiloide, relacionada con la formación de placas que se da en pacientes con Alzheimer.
Ese hallazgo sugirió que las personas tratadas con la hormona del crecimiento humano en el pasado y actualmente podrían estar en peligro no sólo de desarrollar ECJ sino también Alzheimer por una transmisión médica accidental de la proteína amiloide, dijo Collinge.
El tratamiento de crecimiento, usando hormonas derivadas de seres humanos, ya no se practica debido al riesgo de contaminación. Pero Collinge dijo que ahora se necesitaba estudiar si otros procedimientos, como las transfusiones de sangre y el uso reiterado de instrumentos quirúrgicos representaba riesgos.
«Necesitamos hacer esa pregunta», declaró, destacando que experimentos previos en ratones y monos ya han mostrado que la transmisión de la proteína del Alzheimer es posible en teoría.
Expertos consultados sobre el trabajo de Collinge dijeron que era científicamente intrigante, pero que no debía causar preocupación indebida.
«Aunque es un texto muy interesante, no creo que necesitemos preocuparnos excesivamente», opinó Simon Lovestone, profesor de neurociencia traslacional en la Universidad de Oxford.
«Esta forma de tratamiento (de la hormona de crecimiento humano) se dejó de practicar hace 20 años y no hay evidencia en esta investigación o ningún otra que conozca de que cualquier otra forma de tratamiento resultaría en exposición a amiloide», agregó.