EN PRIVADO
Por Dionicio LARA
*A vuestras y vuestros flamantes diputados
*Salud por ellas y ellos
Cuántas veces habrá, en que el pueblo quisiera saberse unido y lo suficientemente fuerte para levantar esas pestilentes coladeras que den paso a esas abominables cloacas convertidas en nidos de impunidad, de perversidad y corrupción, y así ver salir tanta podredumbre allí guardada, que apesta y contamina y que –lamentablemente– hoy amenaza con llevarse entre esa mierda –incluso– a nuestra juventud y niñez.
Pero el pueblo ahoga sus gritos y se traga su impotencia viendo como el nepotismo y el cochupo tejen sus redes de perversidad y maledicencia; observando como el amarre y el ardid suben y bajan escalones legislativos, y como la evasiva y el subterfugio escarban más profundo el hoyo de la murmuración, lamentando cómo la afrenta y el agravio se confabulan en medio de complicidades, mientras el chisme, el rumor, y la habladuría, tienen como tema central: vuestras y vuestros flamantes diputados.
Y por sí solos, –las y los diputados–, obligan al sarcasmo, a la burla, a la intriga y al rumor pueblerino.
Así es.
Solo es cuestión de ver cómo una vez más, y por enésima ocasión, –las y los diputados–, con la entrega del Premio Estatal de la Juventud, que debería tener como fundamental premisa: “estimular a los jóvenes en todo el estado que en forma comprometida realizan labor social de apoyo a la comunidad, y que han destacado a lo largo de su vida en actividades deportivas, culturales y académicas”, fallaron, según denuncias hechas por jóvenes que sí fueron merecedores de estos reconocimientos.
Y con estas actuaciones, las y los diputados no solo dejan traslucir su deshonestidad, sino la falta de credibilidad en una noble, seria, respetable y honorable institución como es el Congreso del Estado. Y de paso, empujan a los jóvenes a ser también deshonestos; pues ellas y ellos mismos les inculcan el descaro y la desfachatez, y por consecuencia los impulsan a la inmoralidad y la indecencia.
Ah… pero enseguida, –muy recatados al fin– se rasgan las vestiduras cuando en sesiones solemnes, provocando votos de castidad y orando al pudor, desde esa máxima y respetable tribuna se pronuncian por las buenas costumbres.
Y desde ahí, emanando sudores de virtudes buscan investirse de probidad derrochando moralidad mientras escupen sangre de inocencia; y ya posesos de esa respetabilidad y honorabilidad pretenden aplausos y reverencias del pueblo, mientras se colocan una aureola y se persignan en señal de Beatitud; todo en aras de alcanzar esa ansiada canonización de la cual –según ellas y ellos—son merecedores para conducirlos por el sendero de la perpetuidad y llevarlos rumbo a la Santidad.
Y luego, –aun cuando les importa un bledo la construcción de generaciones sólidas, con ética y virtudes, con excelencia y valores, como en este caso—, más bien se asustan de su propia sombra, y después –por consecuencia– se tornan temerosos de los abominables monstruos creados por ellos mismos.
Pero eso sí… se sienten satisfechos de haber cumplido con sus nefastos compromisos partidistas; se enorgullecen de haber realizado sus detestables pactos de amiguismos; e hinchan su pecho tras los vergonzosos e infames acuerdos de compadrazgos.
Y ahí van… dando tumbo tras tumbo, hilando estupideces, y tejiendo redes de pendejadas.
Ahí van… Creando leyes insulsas, insustanciales, baladíes: ideando la manera de crear multas contra el pueblo de igual a salarios mínimos a todo ciudadano que escupa en las banquetas; otros tantos salarios mínimos a quien sea descubierto sacando una cubeta de agua del mar; a quien arroje un chicle al pavimento, o a quien ose aventarse un aire fétido en lugar público.
Y ahí se les ve, (cuando de casualidad asisten) muy cómodos en sus curules; a veces sarcásticos, a veces burlones… arrogantes e irónicos, mientras entre ellas y ellos mismos cuentan sus charras y chistes nuevos; o mientras se toman una selfi intercambiando fotos, y whatsappeando vaciladas a través de mensajitos en sus celulares.
Y ahí están, pegados a la ubre, cobrando un insultante y ofensivo salario, lesionando, humillando, despreciando y actuando contra un pueblo hambriento de resultados y sediento de justicia.
Ahí están, aprovechándose de un pueblo hastiado, cansado, inerme e invadido por el miedo.
Cuestión de tiempo.
TIEMPOS POLÍTICOS
Cosas veredes amigo Sancho. Pero como usted podrá observar, muy a pesar de la situación económica difícil que siempre reportan los ayuntamientos, en el caso concreto dela jurisdicción de La Paz, los aspirantes a reemplazar a Armando Martínez Vega, son muchos. Demasiados diría yo. Entre otros, anote usted a José Hevia Aguiar, Rubén Muñoz Álvarez, Marco Antonio Almendáriz Puppo, Ricardo Barroso Agramont, Juan Alberto Valdivia Alvarado, Rosa Delia Cota Montaño, Sergio Polanco, Camilo Torres Mejía, Alejandro Blanco Hérnandez, Alfredo Zamora García, Adan Ruffo Velarde, e incluso a Alejandro Tirado y a José Pepe Bernal. Todos de diversos colores y como se puede observar, algunos de ellos con deseos hasta de repetir…. Para Mulegé, ahí están Joel Vargas Aguiar lo mismo que Pedro Osuna López, esposo de la todavía alcaldesa de aquella jurisdicción norteña, quien por ciento también tiene intenciones de volver a ser Presidente Municipal.